8.03.2007

Afrodisiaca y Curativa eres Colombia!


Se vendió chunchurria, fritanga, boje, mondongo, salchipapa, mango biche con sal, obleas con arequipe, salpicón con helado y barquillo incluido, carne a la “llanera”, arepita con quesito y mantequilla, sancocho, fiambre con huevito, aguacate, platanito maduro, carne molida, arroz y chicharrón. Eso, para quienes querían consentir su voraz estomago de gamín.

Para los melómanos, los que bailan mientras asean la casa los domingos o hacen fila en el banco, para los que la cumbia, la salsa y el vallenato no son simples géneros musicales, sino más bien estilos de vida aliñados con letras ricas en filosofías del pueblo. Sí, para ellos, estuvo la Sociedad Vallenata con temas del Binomio de Oro (con Rafael Orozco sonriendo desde su tumba), los Inquietos y los Diablitos, haciendo llorar esos acordeones como quien las odia.

Pero sería de pendejos dejar a un lado el número del grupo folklórico “Orquídea de Oro de Colombia”, que dirigido por Nurys Capello, la currambera de oro, la abuelita querendona de todos los colombianos aquí en New Jersey, sacaron sus tambores, sus gaitas, sus maracas, sus guacharacas (sin nada que envidiarles a los Gaiteros de San Jacinto) dando muestra de bellos y picantes porros, cumbias, bullerengues, torbellinos, guabinas, y mapalés, este último, considerado el baile más erótico del planeta tierra. ¡Al mismísimo infierno con el reggaeton! ¡Hay luz de cumbiamba! Formando círculo los bailadores llevaban esperma prendida. ¡Linda y larga tradición la de esta tierra Colombiana!

¡Ah! y el mejor de la tarde, Pastor López, “el Indio”, el colombiano por adopción, quien con todo y sus bambas, le cantó a las Traicioneras, a las Brisas del Valle, a los Ausentes, a las Pecadoras, a Pereira y a las Caleñas. Venezolano éste quien junto a Los Betas y el Súper Combo los Tropicales, tantas fiestas y navidades colombianas ha amenizado con sus cumbias de antaño.


A medida que los asistentes se acercaban a la tarima, empezaban a brillar hebilla y levantaban el arenal de la cancha de béisbol del parque Foschini de Hackensack, la estela de polvo se hacía cada vez mas latente, develándose, tras esta, los sudorosos y alegres rostros de esos que anhelaban no estar lejos de su terruño.

Y para los que fueron con el propósito de alimentarse, y no precisamente con delicias gastronómicas como aquellas enunciadas al comienzo de este escrito, estuvieron las sirenas paisas, caleñas, costeñas, tolimenses, huilenses y risaraldenses, con sus “quiubo pues”, sus “ajá y que”, sus “mirá, ve”, sus jeans ceñidos, sus trenzas de ensueño, sus lentes de sol y sus camisetas del nacional, del “Poderoso”, del Cali, del Junior, del Millos. Unas, más querendonas de su tierra, portaban blusas que rezaban “Yo nací en La República de Colombia” o “Que chimba ser Antioqueña”.


El que estaba allí no sabía si la alta temperatura se debía al verano o a las caderas, bustos, rostros, piernas y abdómenes de esas niñas que atacaban directo a la presión, a las glándulas sudoríparas y a la columna. Lo de vertebral o emocional, eso ya lo decide usted. Ninfas que desfilaban una tras otra, con la mirada de más un parsero, socio o llavecita que, haciéndosele el bobo a su “polla” o “señora”, torcía los ojos para con ellos recorrer las cadenciosas curvas de aquellos maléficos cuerpos, cuan bellos tributos a la estética y a la ética. Y digo ética por que es que la belleza sabe de moral y de valores. No discrimina a aquel que quiere apreciarla. Lo de tenerla ya es caso aparte.

Todo eso se presencio después de que el presidente Álvaro Uribe, acompañado por el canciller Fernando Araujo, y varios de sus ministros, abandonaran el recinto. A eso de las 11:30, resguardado por siete u ocho moles de masa, vestidos a lo James Bond, el mandatario colombiano hizo su llegada al parque, mientras que gran parte (porque mentiría si dijese que fueron todos) de los colombianos allí presentes, lo aplaudían.


Tras breves intervenciones por parte del alcalde de Hackensack, Jorge Meneses, y del presidente de la junta de concejales del condado de Bergen, Thomas Padilla, Uribe Vélez, con típica voz de arriero paisa, regañón y rezandero, se dirigió al público diciendo: “Cuando llegaba ahora saludaba a algunos de ustedes que están aquí en frente me hacía esta reflexión: estos compatriotas, muchos tuvieron que salir del país por la violencia, muchos tuvieron que salir por falta de oportunidades de empleo, por falta de crédito, por falta de dinamismo de la economía y en lugar de estar resentidos, en lugar de estar amargados, están hoy celebrado, el 20 de julio con patriotismo con alegría, con espontaneidad, con fe en el futuro de Colombia”.


Y adhirió: “Colombia no es el narcotráfico, Colombia no es la guerrilla, Colombia no es el paramilitarismo, Colombia no son los casos de corrupción, Colombia son los 43 millones de ciudadanos viviendo en el territorio de la Patria y en países como los Estados Unidos que noble y amablemente alberga a tantos ciudadanos de Colombia trabajando de sol a sol con integridad, con gran dedicación y con toda la honradez”.


Lo que alli se dio fue un "gerontouribismo": muchos de los que madurgaron al festival para poder oír a Álvaro, fueron gente adulta, anciana, que tenían como bastón a un nieto, una nieta, una hija o un hijo.

Así, con música, discursos políticos, comida, arroyitos de lindura, con una alegría que le era proporcional a la ignorancia, lejos de todo part-time, full-time y status migratorio, los colombianos exiliados en el estado Jardín celebraron su 197mo aniversario como nación "soberana". ¡El bien germinaba allá!

Un poema en honor al país de las mujeres más bellas y el mejor café del mundo, y no una simple y llana prosa periodística, sería la mejor manera de finalizar un texto como estos. Por eso, parodiando a un par de poetas argentinos, me gustaría decir:“Colombia tropical nación hermana, jardín de nuestra América del Sur, tú cantas entre ríos y montañas, te riega el Cauca, sueña el Sinú. Coronan dos océanos tu frente, tus selvas, tus llaneras pintan el sol...Bailando en Envigado y en Armenia, bebiendo tu aguardientico y me embriagué, tus damas son locuras que enveleñan como el aroma de tu café. Soñando entre esas flores que cultivas, Colombia quiero amarte y no partir, no en vano al Medellín de tus orquídeas; ¡Gardel mi hermano vino a morir!

Larga vida a esa tierra atravesada por frío, calor y efervescencia. Larga vida a esa tierra tan llena de ciudades amables y mujeres lindas. Larga vida a la tierra de la Virgen del Carmen y el Señor Caído de Buga. Larga vida al país de las frunas, el bolis, el mani-moto, el barrilete y el tutti-fruti. Larga vida a la nación de los sombreros vueltiao’s y los carrieles de nutria. Larga vida a la tierra de los Guambianos, Pijaos, Quimbayas y Wayús. Larga vida a la República de Colombia. Nuestra Colombia.


Colombia es bonita. Los feos somos nosotros, los colombianos.


Texto y foto: Juan Esteban Villegas

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