12.15.2006

Balada del Azúcar

Los círculos de pegote de zarzamora
han tatuado la mesa de ébano sobre
la cual apoyo mis desdeñados codos.

Enjaulo mi tiesta en una mazmorra de huesos
y tendones que gozan cada vez que
sobo los armoniosos sables de un elefante.

Observo como las frías hijas de Goliat
atraviesan los milenarios cárpatos de
nicotina hasta llegar a sus oasis de miel.

Mientras mis ojos le escupen al madero,
envío plegarias al poeta de la honda:
esto sería un calvario para el yurumí.

Buscando luz y aceptación, prendo una vela,
escribo y advierto que los espejos me duelen:
cuanto diera por ser una hormiga.

Esto es: feliz, trabajadora, dulce y bruta.



Juan E. Villegas

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