8.16.2006

Nocturno Pubescente

Luego de la fiesta, el tipo este arribó a su casa con 8 cervezas, 2 whiskeys, 1 vodka y 3 aguardientes. Apenas si podía mover sus pesadas botas para caminar. Sudaba a cántaros y olía a puta. Tenía puesto unos jeans deshilachados y bañados en grasa, una camisa de los Yankees sumamente percudida y unas zapatillas Nike, que a la final no eran más que una copia burda de los originales. En vista de que tenía una jugosa pústula en la frente, optó por vestir la gorra del taller para el cual trabajaba.

Luego de un colosal forcejeo, pudo quitarse las botas. Prendió la televisión y ordenó un sicalíptico cortometraje. Se sirvió jugo de naranja, se sumergió en sus sábanas y se dispuso a ver el festín de falos y vulvas.

Mientras en la pantalla jadeaban y sudaban, nuestro personaje optó por buscar aquel espejito que en una ocasión había hurtado de la bolsa de cosméticos de su madre, cuando ésta vino a traerle comida.

Tras una infructuosa búsqueda, se vio forzado a ir al baño. Allí estalló su grano y, contrario a lo que pensaba, su grito de dolor no resultó ser diamétricamente opuesto al gemido de placer de los personajes de la lujuriosa cinta. En su espejo, danzaban pequeñas y amarillas partículas de pus. La herida le supuraba ya no materia, pero si agua sangre. Triste por su frente, llorando, borracho, e izando bandera del ecuador hacia abajo, se masturbó, apagó la televisión, tiró el vaso de jugo de naranja contra la pared e ingirió no se cuantas pastillas para controlar el acné.

Luego se fue a dormir, no sin antes verle hacer un bello altar con cirios a los libros de Bukowsky y el Marques de Sade.

0 Comentarios:

Publicar un comentario

Suscribirse a Comentarios de la entrada [Atom]

<< Página Principal