Manual para seducir al verso
Si lo tuyo es escribir poesia, haz lo siguiente:
pacientemente, como quien tiene miedo, arranca una
hoja de papel de cualquier cuaderno viejo, que apeste
A queso de finca y a nostalgia enfrascada. Trátala con dulzura.
Cuando tengas la hoja sobre la roída mesa, expuesta a las partículas
de polvo que divaguen por el cuartucho en el que te halles,
sírvete un vaso de agua, escucha un tango, endulza tu
amargo ateismo pensando en una niña bien linda
ahorcándose en sabanas de satín y prende un cigarro
pero no lo beses; deja que se consuma y que sus
brasas se esparzan libremente por el frío suelo.
Bébete el agua, entona el tango, piensa en el mentón
De aquella quimérica princesa y luego busca un lápiz
2B para por si el diablo te ve. No escribas aun.
Agarra el grafito con tu otra mano, la lerda.
Adiéstrala, deja que se acostumbre al baile;
prepárala para la farra, apaga la luz, prende una vela
y deja impregnarte por la tristeza que produce
el no saberte capaz de trazar versos. Intenta llorar.
Si lo logras, parte el lápiz, chafa la hoja
Y luego, sonríe: he ahí el primer contacto
Con el trágico mundo de la poesía.
Juan E. Villegas
pacientemente, como quien tiene miedo, arranca una
hoja de papel de cualquier cuaderno viejo, que apeste
A queso de finca y a nostalgia enfrascada. Trátala con dulzura.
Cuando tengas la hoja sobre la roída mesa, expuesta a las partículas
de polvo que divaguen por el cuartucho en el que te halles,
sírvete un vaso de agua, escucha un tango, endulza tu
amargo ateismo pensando en una niña bien linda
ahorcándose en sabanas de satín y prende un cigarro
pero no lo beses; deja que se consuma y que sus
brasas se esparzan libremente por el frío suelo.
Bébete el agua, entona el tango, piensa en el mentón
De aquella quimérica princesa y luego busca un lápiz
2B para por si el diablo te ve. No escribas aun.
Agarra el grafito con tu otra mano, la lerda.
Adiéstrala, deja que se acostumbre al baile;
prepárala para la farra, apaga la luz, prende una vela
y deja impregnarte por la tristeza que produce
el no saberte capaz de trazar versos. Intenta llorar.
Si lo logras, parte el lápiz, chafa la hoja
Y luego, sonríe: he ahí el primer contacto
Con el trágico mundo de la poesía.
Juan E. Villegas
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