1.31.2007

Del Porque Escribo lo que Escribo

Cada vez que camino por la Main Street de Paterson, ya sea camino a la oficina del correo, al supermercado que está enseguida, a la biblioteca, a la licorera de mi tocayo, a la panadería La Sultana, o cualquier otro negocio que se encuentre ubicado en dicha calle, es muy probable que me tope con alguien quien en más de una ocasión, haya tenido la oportunidad de leer lo que escribo.

A ojos de muchos, mis escritos están teñidos por cierto aire de rabia juvenil y ganas de llamar la atención. Me critican por ilustrar una imagen muy cruda de Paterson (una imagen que quizás ellos saben es fiel a la realidad, pero que aun así se niegan a aceptarla); por darle garrote a Álvaro Uribe con todas mis fuerzas y argumentos; o por ver con ojo crítico días festivos o fiestas como la navidad o el día de acción de gracias, los cuales, piensan ellos, deben de ser aceptados tal cual como el sistema nos los vende.

Consciente de que puedo pasar por modesto, hijueputa y picao’, les aseguro que fácilmente podría yo aquí hablar de metafísica, teología, epistemología, arte barroco, poesía o teoría literaria, pero de nada serviría tanta verborrea y tanto conocimiento enciclopédico si el alma no se enriquece.

Lo que nosotros, los residentes del área necesitamos, es algo que le eche sal, limón y mertiolate a los raspones que tenemos en el alma. Yo sé quienes son mis lectores, estoy al tanto que son padres y madres de familias en las que hay pelados quienes están quizás sumergidos en la bareta o el guaro; sé que son familias pujantes, berracas y honestas que trabajan como negros lavando pisos o baños, manejando maquinas, y conduciendo camiones para luego, el fin de semana, sentarse tranquilamente – y en compañía de los suyos - a tomarse unas copitas de guaro, a contar chistes o a escuchar musiquita de los Visconti, Gardel, Felipe Pirella, Las Hermanitas Calle, Vicente Fernández, Los Trovadores de Cuyo o Darío Gómez.

Vuelvo y lo repito una vez más: yo se quienes me leen, y es por eso que no me pongo con intelectualismos pendejos, ni con articulitos “bonitos” que pretendan mostrar que tan linda es la vida, por que todos sabemos que no lo es. Los conozco, y se que para todos ustedes es mas importante hacer de sus vidas un libro, que de un libro sus vidas. Y es que los libros no se pueden comer, porque si fuese así, yo ya estuviese cagando poesia hace rato. Así de sencillo.

Tanto usted como yo sabemos que allá afuera en la calle hay mil y un problemas. Hay pobreza, escasez de valores y una falta de calor humano que se ve reflejado en las putas, marihuaneros, estafadores, borrachos, vagos, peleas, muertes (como la de Dumar), paredes tatuadas con graffitis difamatorios y calles mugrientas llenas de condones, papeles y botellas de cerveza.

Es hora de que (como dicen los caleños) nos aletiemos, que despertemos del letargo en el que estamos sumidos, que veamos mas allá de lo que los medios de comunicación nos obligan a tragar (no se ustedes, pero yo ya estoy harto de los Jorge Ramos, de los Luis Alejandro Medina, de Telemundo, Univisión, el vacilón de la mañana, de los RCN, de Caracol y Radio Wado); de ver que se esconde tras el discurso de x o y político; de un programa de televisión; de las vertientes culturales (tales como la música, la ropa y el habla) que hoy por hoy hacen parte de nuestro vivir; de analizar, desde una perspectiva mas aguda, todo aquello que ocurre alrededor nuestro.......si señores, yo pienso que es hora de armar nuestra propia visión del mundo, de ser nosotros mismos y no los títeres de un sistema que nos intenta vender la concepción de una vida basada en el consumismo y el aborto de los valores.

Y esto hay que hacerlo pero rápido, porque al hablar con gente en la calle, me puedo dar cuenta de que no soy el único que esta cansado de ver a sus amigos, hijos, hijas, y/o conocidos vistiendo pantalones costaludos, gorras inmensas que no dejan ver la cara, tenis cuya lengua parece que éste mismo tuviese un siamés y camisetas del tamaño de las batas esas que nuestras abuelitas usan para dormir. Estamos cansados de ver como todas aquellas personas que fueron criadas a punta de agua-panela pretender ser algo que no son y que nunca serán, por más acento de moreno que usen al hablar. Pero ¡ojo! No nos corresponde a nosotros juzgarlos, puesto que ellos tan solo son las víctimas de todo lo que está ocurriendo.

Y es por esa misma razón, por el respeto y aprecio que le tengo a usted, acucioso lector, que yo escribo lo que escribo; que hablo de la manera que hablo...que describo a Paterson de una manera tan lacerante, que critico a Uribe, a Colombia, a Estados Unidos, a la Navidad al estilo gringo, al día de Acción de gracias, al día de San Valentín y a todo lo que se me cruce...puesto que todo, absolutamente todo, por mas cristalino que parezca, tiene su mancha de tono ocre.

....Y ya que se menciona el día de San Valentín, los invito a que nos neguemos a hacer caso a los carteles resplandecientes, las llamativas ofertas y mensajes subliminales que nos incitan a meternos la mano al dril para comprar tarjetas, chocolates y rosas que intentan suplantar el valor de un beso, un abrazo o una caricia.

En la antigua Roma, el 15 de febrero era el día en que se celebraban las Lupercales, unas fiestas paganas en las que se tomaba vino, se bailaba alrededor de una fogata y se tenía sexo con la pareja...todo esto en honor a Fauno Luperco, dios de la fertilidad. Lo de San Valentín fue un mito güevon por parte de la iglesia católica para intentar eliminar ese jolgorio en el que todos se divertían y compartían en paz. (Si Fauno Luperco me presta la vida, este será el tema del que hablare el próximo año)

“El amor es lo que hace mover al mundo” solía decir el abuelo de un parsero mío cada vez que se tomaba los chorritos. Los invito a que hagamos el amor y no la guerra.


Juan Esteban Villegas