Llega la navidad, una época en la que proliferan las rumbas, el trago, las luces, los pesebres, los árboles de navidad, los deseos, planes, resoluciones, las nostalgias y las natilladas con buñuelos y hojuelas.
Pero no creo que en medio de semejante derroche de aguardiente, cerveza, regalos que se dan por compromiso, novenas que se hacen por simple inercia, y comida, aquellas personas, quienes fueron criadas bajo un techo católico a punta de aguapanela con leche, recuerden que el enfoque principal de dicha farra es el de celebrar el nacimiento de aquel hombre que fue capaz de convertir un movimiento revolucionario en contra del Imperio Romano en una religión la cual ha perdurado por mas de dos mil años...
Y viendo la navidad desde un ángulo meramente materialista, no podemos olvidarnos, tal y como lo mencioné antes, de los obsequios, los regalitos que con tanto esmero y tan bien empacados se dan.
Aparte de las boutiques de Armani, los automóviles Bugati, los zapatos Prada, las guayaberas Boss, los relojes Cartier, las carteras Gucci, los pantalones levi’s, y las lociones de kenneth Cole, nosotros los colombianos estaremos recibiendo un mucho mejor detalle: la verdad – parcial por ahora - con relación a lo que se vive en la escena política actual.
Verá usted: en la tarde del 28 de mayo, luego de saberse el resultado de los comicios electorales, miles y miles de compatriotas estallaron en éxtasis al ver como Álvaro Uribe era reelegido como presidente de la nación de los Muiscas, los Nutibaras, los Tayronas y los Chibchas.
(En alguna otra ocasión enunciaré mis razones por las cuales no comparto la felicidad de esos siete millones de colombianos quienes votaron a su favor).
Desde el 7 de agosto del 2006 - día en que asumió la presidencia de nuestro sufrido país por segunda vez - hasta la fecha, el enano fascista y rezandero, ya ha desilusionado a más de uno de sus fans. “Jugó bien el partido pero se quemó en el extra-tiempo”, es la expresión que mas oigo yo decir en las calles de esta mugrienta ciudad.
Gracias a los dioses mayas todo sale a la luz tarde o temprano, puesto que últimamente, las noticias de las relaciones de nuestros actuales dirigentes políticos con paramilitares son las que ocupan primera pagina en todos los diarios nacionales. La olla podrida se destapa poquito y poquito, y los que estamos acá, en tierra ajena, vemos como las cucarachas empiezan a correr de un lado pa’ otro sin saber a donde ir.
Cucarachas como el senador oficialista Miguel de la Espriella, quien admitió que unos 40 políticos -entre ellos algunos que ahora son funcionarios del Gobierno- firmaron con los paramilitares un pacto para buscar el poder a través de un movimiento en 2001, un año antes de la primera elección de Uribe.
O como Jorge Noguera, ex director del DAS, institución la cual ha sido culpada del asesinato de líderes populares y sindicales, fraude electoral, la eliminación de antecedentes de miembros de los carteles del narcotráfico de sus computadorcitos. Falta ver si la Fiscalía demuestra independencia para adelantar la investigación de este caso y no es más que una parodia para un episodio más de impunidad.
O como la canciller María Consuelo Araújo, cuyo hermano, el senador Álvaro Araújo, se le fueron encontrados presuntos vínculos con grupos paramilitares. A ese par se les veía muy lindos en las fotos, como para que ella venga a decir que los negocitos de su nada tienen que ver con los de ella. ¡Solapada es lo que es!, diría mi abuelita.
Por último, como para que esta navidad sea más bonita, nos enteramos de que los desmovilizados del centro especial penitenciario de Pro-social en La Ceja (Antioquia), les sirven en la mesa, mientras que en cualquier cárcel del país las filas son interminables. Además, la comida la prepara una empresa particular pagada por ellos mismos.
Campesinos de la región dicen, por ejemplo, que a mediados de agosto, cuando comenzó la ocupación, llegaron hasta allí decenas de pantallas de plasma, hecho que su directora, Liliana Vélez, obviamente niega. Si bien no existe lujo alguno, si existe una comodidad atípica, puesto que todos esos matones, traquetos, tartufos, esos errores de la naturaleza, tienen cuarto individual con una berraquera de baño (no como los de aquí), armario, nochero, nevera de motel, escritorio y televisor.
El cuarto 306, de Iván Roberto Duque, "Ernesto Báez", tiene una salita en la que hay escritorio, un estante con libros, una guitarra, un atril y una mesita con cafetera eléctrica, tarros de café, aromáticas y galletas. Y Ramón Isaza, el jefe de las Autodefensas del Magdalena Medio, está enfermo y por eso tiene calefacción.
La edificación posee corredores amplios, patio y jardín, capilla, consultorios médico y jurídico, peluquería, biblioteca y salones para lectura y música, bellas artes, deportes e informática.
Tal y como lo dije antes, la verdad empieza a salir a flote poco a poco. Que mejor obsequio para todos nosotros, los colombianos, que saber la verdad (nos la merecemos); saber que nuestro presidente esta construyendo una cortina de humo con respecto a todo lo que ocurre. El pendejo ese esta en negación, pero a todo marrano le llega su 24.
A propósito, ¿Va a matar marrano en esta navidad? Con el clima que hace acá en Estados Unidos si paga: ese frío tan hijueputa no deja que nada se descomponga.
Juan Esteban Villegas
